Laura Feliciano
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Societae es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para mí. Necesitamos conocer hoy más que nunca qué está pasando a nuestro alrededor, en esta realidad que continuamente nos descoloca y nos sitúa una y otra vez en la casilla de salida, cuando ya creíamos que lo sabíamos todo sobre esta curiosa especie humana a la que pertenecemos.

Creo firmemente en que hay que hacer investigación social.

¿Investigar es caro?

Investigar “a la antigua usanza” puede parecer caro, pero es garantía de calidad, siempre que:

  • Contemos con profesionales experimentados
  • Trabajemos en las herramientas de recogida de información
  • Contratemos al personal que sea necesario (sí, contratando, con su seguridad social, sus vacaciones prorrateadas, y su salario por convenio, ¿esto le suena a alguien?).

Asumiendo, en definitiva, los costes de poner en marcha toda una infraestructura que nos asegure que obtenemos aquello que estamos buscando.

Pero ante la enésima callada por respuesta que obtuve ante un presupuesto enviado (y que me habían pedido, ojo, no es que vaya por ahí intentando colar estudios sin ton ni son), empecé a pensar que lo mismo me estaba equivocando yo. Que a lo mejor me había quedado antigua, porque en una época tan líquida como esta, una encuesta de Facebook puede tener el mismo valor que un estudio Delphi y oye, quién soy yo para decirle a la gente cómo tiene que tomar sus decisiones.

¿Era, pues, la hora de cerrar el chiringuito y dedicarme a vender cupcakes?

Investigación digital para un mundo digital

Pues resultó que no. Y la revelación me vino precisamente de aquel escenario al que yo miraba con desconfianza científica: el mundo digital. Allí moran cientos, miles, millones de emprendedores, prescriptores, empresarios y divulgadores compartiendo vídeos de gatitos, sí, pero también creando una comunidad virtual muy real con una máxima muy interesante y aplastantemente lógica: “Hey, yo me gano la vida haciendo esto y lo hago muy bien, pero si crees que puedes hacerlo tú y ahorrarte unos euros, también puedo enseñarte a hacerlo bien”.

Y se hizo la luz. Societae Estudios nació con la vocación de investigar con rigor, pero también con un sello muy personal que se fue definiendo con el paso del tiempo y los proyectos, y que se puede resumir en “hablar claro”.

Si cuando un cliente podía plantearse una investigación mayor que la que tenía pensada se lo dijimos, y si cuando lo que pedía era demasiado para lo que realmente necesitaba, también se lo dijimos, ¿por qué callar ahora cuando se nos quiere hacer pasar por información lo que es sólo opinión o rumores? ¿Por qué no aprovechar toda la experiencia, todos los errores, todos los aciertos, para hablar y enseñar lo importante que es investigar con rigor? Para contar lo que nadie cuenta, como a mí misma me hubiese gustado que me lo contaran. Era una evolución natural, cambiarlo todo sin cambiar lo más esencial.

Por eso ahora Societae Estudios es Societae, porque hacía falta una marca que pusiese en el mapa una nueva forma de investigar: con el rigor y la calidad de siempre, pero más abierta que nunca. Y por eso ahora tomo las riendas de este proyecto “casi” en solitario. Porque aunque seré yo la cara visible (la que conteste a los emails, la que proyecte y analice, la que hable a la cámara), este proyecto va a requerir del apoyo y la colaboración de los grandes profesionales con los que he tenido el lujo de trabajar hasta ahora, y con las nuevas incorporaciones que quieran unirse a esta misión de devolverle a la investigación el lugar y el peso que le corresponde en nuestra sociedad.

Soy Laura, soy socióloga, y esta es mi propuesta. ¿Quieres saber más?